lunes, 19 de marzo de 2012

Unas elecciones muy "coloradas"

Buenos días a todos!!

Son las 10:34 del lunes 19 de marzo. Hoy es día festivo aquí para el personal español. Es el día de San José (y por tanto mi santo) y el día del padre. 

Tenía ganas de escribir un post como el que voy a escribir hoy... largo, como muchas cosas que contar, muchas imágenes que ver y con muchas reflexiones que plasmar, provocadas por experiencias vividas realmente increíbles.

Creo que estoy viviendo mis mejores momentos en el país. Y eso se refleja en un estado de ánimo que se mantiene constante en la alegría y las ganas de vivir esto al máximo. Encima cada persona nueva que conozco mejora lo anterior y mi trato con los salvadoreños no puede ser mejor, en lo laboral y también en la parte de ocio. Creo que poco más puedo pedir, ¿verdad?

Os empezaré contando que el pasado 3 de marzo estuve en el cumpleaños de una de mis compañeras de la Oficina de Cooperación, Natalia, que celebró en su casa, y que resultó de lo más agradable... había sangría, y eso siempre es motivo de celebración.











En el trabajo todo va sobre ruedas. Las cosas progresan y, aunque ha habido un cambio de Ministro de Cultura (aquí no es ministerio sino secretaría de cultura) y de gran parte del equipo, parece que ya se vuelve a encarrilar el proyecto y se empiezan a ver resultados. Hace dos semanas estuvo por aquí el consultor colombiano que se va a encargar de realizar la Ley de Cultura del país. Fue mi semana más intensa aquí, llena de reuniones con altas instancias y con distintos gremios del sector cultura. Para colmo, ese fin de semana del 11 de marzo eran las elecciones municipales y las de la asamblea de El Salvador, y a un grupo de cooperantes españoles nos ofrecieron la posibilidad de ser observadores internacionales. Así que dicho y hecho, el sábado tuvimos una especie de curso de formación y esa misma tarde salimos dirección al lugar donde nos había tocado ejercer nuestra labor, llamado Sensuntepeque. 

Realmente, esa noche la pasaríamos en un punto intermedio llamado Ilobasco. Como os podéis imaginar, el transporte para unos observadores internacionales fue de lo más lujoso y seguro...


Pues sí, como veis nos llevaron en un pick up en la parte de la carga. Por suerte, mis buenos compañeros, debido a la conjuntivitis aguda que vengo sufriendo hace mes y medio, me dejaron ir en el sitio de copiloto a la ida. La vuelta, ya os contaré.

Sobre las ocho de la tarde llegamos al sitio donde nos hospedábamos. En teoría era un hostal, pero el hecho de que en todas las habitaciones hubieran dejado un preservativo me hizo pensar si no se utilizaría ese sitio para otros fines menos electorales...




Eso de la última foto fue lo que más me llamó la atención del lugar y que, por desgracia, es lo más usual en el país. No había agua corriente, así que toda la higiene que necesitábamos, con un bidón de agua y una palangana. 

Salimos a cenar pupusas y a conocer un poco Ilobasco.



Después de acostarnos sobre las once de la noche, a las dos de la mañana nos estaban despertando para llevarnos a Sensuntepeque. De los 9 españoles que íbamos, nos dividimos en tres grupos de tres (unos fueron a Vistoria, otros a Dolores y nosotros a Sensunte, como le dicen aquí para abreviar). El día prometía ser intenso.

La labor de observador internacional se basa, como su propio nombre indica, en observar cómo se realiza el proceso, anotar irregularidades, aspectos a mejorar, etc. Después se hace un informe que servirá teóricamente para mejorar el sistema en próximas elecciones. Nacho, Cris y yo, el grupo de Sensunte, estuvimos haciendo ronda por distintos colegios electorales de la zona. Así, estuvimos viendo desde grandes colegios con decenas de urnas, a pequeñas colonias con dos o tres urnas. 

Nos íbamos moviendo según llegaran informaciones de posibles irregularidades, como compra de votos (práctica muy usual desgraciadamente), reparto de publicidad a las afueras de los colegios electorales, dobles votaciones, etc. 


Artilugio de cartón ideado para votar "en secreto"
 



El sistema de votación era bastante complejo, y el de recuento de votos ya mejor no os cuento. Para personas formadas como se supone que éramos los observadores nos tuvieron que dar un curso de formación de varias horas. Un sistema así es complicado que pueda ser correctamente entendido y aplicado por una población con un importante grado de analfabetismo, sobre todo en las zonas rurales.

Largas colas antes de abrir los colegios
 


Frijo, revuelto, plátano frito, crema y queso
Después de alimentarnos bien, seguimos de ruta por toda la zona. La gente nos trataba muy bien y nos contaba cómo se estaba desarrollando la jornada, con aparente calma en casi todos los sitios.




Aproveché también para conocer alguna de las instalaciones en las que se celebraban los comicios, como esta escuela rural que ahora os muestro. 





En mitad de camino entre un pueblo y otro te podías encontrar con situaciones como ésta...


En cuanto sales un poco de la burbuja en la que nosotros vivimos en un barrio bien de San Salvador, te das cuenta de que la realidad del país es bien distinta...



En la sede de uno de los partidos que concurrían a las elecciones, el FMLN, pude ver a unos niños jugando a las canicas!





A las cinco de la tarde cerraron los colegios y empezó el recuento de votos. Es uno de los momentos en los que más atentos hay que estar porque cada partido intenta llevarse los votos a su terreno. Además, pocos conocían el sistema y tuvimos que hacer alguna labor de asesoramiento, que en principio no entraba en nuestras tareas.




Cuando llego la noche, hubo que trabajar sin luz
 


El recuento terminó y la derecha, manifestada en un partido llamado ARENA, ganó en la mayoría de municipios y en la Asamblea. Un gran palo para la izquierda (FMLN) en lo que se interpreta como un castigo a la gestión nacional que está haciendo el actual Presidente, Mauricio Funes. "Mayormente" lo que pasó en las municipales españolas con el voto de castigo a ZP.

Al final, la vuelta a San Salvador se produjo a las tres de la mañana, 24 horas después de despertarnos y con un cansancio físico y mental importante. Y eso que aún quedaba lo mejor... el viaje de vuelta. Ahí me tocó ir en la parte de atrás del pick up. Por un momento pensé que moriría congelado, si no aplastado. Al final, resultó que casi me muero de risa porque me entró de pronto la risa floja de ver la situación que estábamos viviendo que no podía parar. Las fotos os reflejan una mínima parte...


 


En definitiva, una experiencia muy gratificante y enriquecedora. Supongo que el que me guste la política también ayudó a que disfrutara tanto del día, porque a algún que otro compañero le pareció un auténtico coñazo...

Este fin de semana que acaba de pasar tocaba nuevo plan: ir a la casita que uno de los compañeros de la cooperación tiene en una isla salvadoreña llamada La Colorada. Iba allí sin idea de qué me iba a encontrar. Sólo sabía que llegaba un momento que el coche no podía seguir avanzando y que vendría una lancha a recogernos para llevarnos a la isla. Todo lo demás era una incógnita. Cuando la incógnita se fue desvelando, fui descubriendo uno de los sitios más hermosos y espectaculares que he visto desde que estoy en el país.

Hasta este punto pudo llegar el coche
 



Los volcanes al fondo
Negocios en medio del agua

Don Julio es el hombre que maneja la lancha y que nos llevó con gran destreza hasta La Colorada. Este hombre ha sido uno de los protagonistas de este viaje, por las historias que me ha contado y lo que he podido aprender de él. En el camino nos paramos en uno de estos negocios en mitad del mar para comer un pescado boca colorada recién cogido y que estaba delicioso. El nombre del bar no tiene desperdicio.




Cuarto de baño del bar. El agujero que veis al fondo es el water




No nos cuidamos mal

Una vez que recargamos energías en la venta (increíble los restaurantes en medio del mar...) seguimos nuestro camino hacia la isla. Un camino en el que no sabías dónde mirar ante los paisajes que se paseaban ante tus ojos.


Llegamos al muelle de La Colorada y tras sacar todo el equipaje de la lancha, nos fuimos para la casa de José, que así se llama el compañero que amablemente nos invitó a su finca.





La Colorada es un pueblo eminentemente pesquero. Muchas familias comen de lo que pescan cada día, por lo que el alimento principal en sus dietas es el que obtienen del mar. Además, cuando obtienen más de lo necesario para subsistir, lo venden y le sacan unos dólares para ir viviendo. 

La Iglesia Católica del pueblo
 
 
Fuimos en lancha hasta la playa y como una fotografía no es capaz de captar toda la belleza de lo nos rodeaba decidí grabar un vídeo que, tras subirlo a youtube, os lo dejo por aquí. Manglares, concierto de pájaros cantores, mar intenso, vegetación concentrada, cielo azul... PARAÍSO.

 






Cuando llegamos a la playa, tras darnos un baño, me fui con Don Julio a intentar pescar la cena de su familia. Tras colocar una sombrilla muy discreta en la arena y hacer un poco el tonto comenzamos la caminata.








Don Julio es de esas personas que no habla por no molestar, pero que en cuanto abre la boca te das cuenta rápido de dos cosas: una, que sólo le queda un diente, y dos, que ha vivido más de lo que podré vivir en cuarenta vidas. Verlo lanzar la ataralla es un espectáculo al más puro estilo vaquero.





Pez sapo, que por ser venenoso no es comestible, salvo para los chinos
 


Entre lanzadas de la atarralla, Don Julio me contó que cuando comenzó la guerra el ejército obligó a todos los habitantes de La Colorada a abandonar sus casas y mudarse a otro territorio. Durante diez años estuvieron viviendo fuera de sus casas, en unas condiciones terribles, sobre todo porque no tenían agua y tenían que ir cada dos días en canoa a otras poblaciones a que les regalaran agua para poder satisfacer sus necesidades básicas. Veían bombardeos, aviones sobrevolando, y siempre con la incertidumbre de que alguno de esos ataques pudiera recaer sobre ellos. Diez años de miedo y calamidad, que se dice pronto. Cuando apenas se empezaban a escuchar rumores de paz, no dudaron en volver rápido a su tierra, a su pueblo, a sus casas, las que no habían olvidado ni un sólo día de los diez años que estuvieron exiliados.







La puesta de sol fue increíble desde esta playa. Perdonad que cuelgue tantas fotos sobre puestas de sol, pero es que son verdaderamente espectaculares...











En medio de esta preciosa puesta de sol me di cuenta de que los dos niños que venían con nosotros, Jonathan y José, hijo y sobrino de Don Julio, estaban jugando en el agua a algo que los tenía totalmente entretenidos. Me acerqué para ver cuál era ese juego que les divertía tanto y se trataba de que uno escondía una vara blanca en la arena y el otro tenía que encontrarla buceando. Ese juego creo que no viene en la play station, pero me gustaría saber si unos niños pueden pasárselo mejor de lo que ellos lo estaban haciendo.







El sábado se apagaba y, tras cenar unas pupusas y compartir algunos cantes con algunos habitantes de La Colorada, nos fuimos a dormir.

El domingo seguimos conociendo más partes de la isla, como el campo de fútbol, la escuela o el centro de salud. Fuimos a otra playa distinta a la del día anterior y de nuevo pudimos contemplar la belleza del entorno.

Campo de fútbol
 







Después de una larga caminata por la playa (la mía mayor puesto que iba andando solo abriendo camino y me pasé de donde íbamos como veinte minutos...) decidimos volver a casa para almorzar, descansar un poco y emprender el regreso a San Salvador.









Y con el viaje de vuelta en lancha a dónde habíamos dejado el coche terminó este gran viaje a la isla de La Colorada, que se queda entre los recuerdos más bonito que me llevo de este país.





El mundo está en crisis, la mitad de España desempleada, los nuevos gobiernos deciden recortar en cooperación al desarrollo, los banqueros manejan el timón de la Tierra, la violencia se recrudece por momentos, la televisión es ejemplo de desinformación... Pero no todo está perdido... en El Salvador los niños todavía juegan a las canicas y a esconder una vara en la arena.

Hasta pronto amigos!